martes, 25 de noviembre de 2014

Jonás Gómez















-¿Cómo llegás al momento de sentarte a escribir? ¿Algún ritual u obsesión?

-Necesito estar tranquilo, incluso con la cabeza llena de ruido necesito alcanzar cierto nivel de tranquilidad para escribir y desarrollar una idea. Me cuesta separar la escritura de la reflexión, creo que hay que releer lo que estás trabajando, aunque sea un borrador, para que tome forma, y para releer de un modo más o menos objetivo necesito esa cuota de tranquilidad. No sé si tengo rituales u obsesiones a la hora de escribir.

-¿Golpes de inspiración o trabajo constante?

-Golpe de inspiración y trabajo constante, el golpe de inspiración es lo que activa la escritura, pero con eso no alcanza, hay que trabajar el texto. No importa qué tan genial sea el libro, no importa si es un clásico o la última gran novela juvenil, ahí hubo inspiración, trabajo y perseverancia

-¿Durante ese proceso, imaginás un lector? ¿Es alguien definido?

-Bueno, les pasará a todos, pero el primer lector al que trato de convencer es a mí mismo, no sé si pienso en un lector final o definido, pero el primer cerco de contención es mi propio criterio.

-¿Qué otras actividades te inspiran?

-Todas. El cine, palabras que escucho al azar, la música, ciertas escenas en la calle, objetos, texturas, puede ser cualquier cosa. Cualquier cosa puede generar una combinación de palabras para empezar a escribir. Creo que es algo infinito, todo puede desembocar en la escritura.

-¿Sentís que tu escritura evoluciona o se modifica con el tiempo?

-Sí, me parece que, como en cualquier oficio, uno gana terreno con la experiencia. Estoy escribiendo desde hace más o menos 20 años, toda esa experiencia acumulada, todo el ensayo y error, aporta una especie de suelo, de cimiento para construir. Al menos en mi caso lo siento así, creo que fui aprendiendo a graduar la energía de lo que escribo, y eso es algo que llega con el tiempo.

-¿Tenés alguna idea postergada por sentir que te faltan herramientas?

-Tengo algunos proyectos de narrativa en espera, sí, una novela coral de ciencia ficción, hay algunas escenas escritas y puntas para retomar, pero es uno de esos proyectos que generan miedo. Supongo que tiene que ver con la magnitud de la idea, en la novela todos cuentan un poco de la historia (y hay una gran explosión que podría o no arrasar con la ciudad), articular toda esa información, darle cohesión y que el texto sea sólido de principio a fin no me resulta simple, pero sé que en algún momento voy a retomar el proyecto.

-¿Cómo es tu experiencia con los editores y el proceso de publicación?

-En general, hasta ahora, no tuve mucho intercambio con los editores. En general les entrego textos que ya están muy trabajados, en algún caso me hicieron comentarios sobre el orden de los poemas, pero no tanto sobre el contenido de los textos. Podría llegar a replantearme algo, un verso o una estrofa, pero en general, una vez que avanza el proceso de publicación, ya laburé varias veces el texto.

-¿Qué es un buen editor?

-El que puede encontrar la manera óptima de enfocar un texto, ya sea cortando o agregando bloques de palabras. Una vez que el libro está terminado, o en proceso de escritura, una mirada global aporta mucho, así que un buen editor es el que puede ayudar a orientar el texto al mejor desarrollo y final posible.

-¿Cómo se escribe hoy? ¿Las redes sociales modificaron la manera en que se piensa?

-Más que las redes sociales creo que internet, o en todo caso la urgencia, los medios de comunicación y la tecnología, modificaron la escritura. Los libros se volvieron más compactos, al menos acá eso está claro. Si se ven las novedades de las editoriales argentinas, incluso las novelas, género que se asentaba en la extensión y el desarrollo, está claro que se transformaron en artefactos breves. Creo que ahora hay una urgencia mayor en ir al hueso del texto, las exigencias de la vida moderna no permiten la posibilidad de leer, o escribir, un dinosaurio de 500 páginas.

-¿Con qué criterios define la crítica cuáles autores son importantes?

-No sé, creo que eso varía según el crítico, claramente juega el gusto personal, los vínculos y las elecciones estéticas que hace el crítico a la hora de elevar, criticar o atacar un libro.

-El último libro que te haya sorprendido.

-La descomposición, de Hernán Ronsino. Tiene pasajes tremendos y te mantiene tenso hasta el final.

-Tu top five. Vale todo.

-Cormac McCarthy, John Ashbery, los primeros poemarios de Fabián Casas, Carver, Durand, Las partículas elementales de Houellebecq, Los desnudos y los muertos de Mailer. No sé si se puede hacer un top five.

-¿Cómo es tu relación con el dinero?

-Cuando está al alcance lo gasto. Es una relación medio persecutoria (de mi parte), un vínculo en el que hay mucha pasión (esporádica) y muchos momentos de soledad.

-¿Y con el tiempo? ¿Cuánto se resigna para escribir, digamos, “profesionalmente”?

-Tengo la suerte de poder dedicarle buena parte de mi tiempo a la escritura, tengo un trabajo que me lo permite.

-¿Imaginás cómo te perciben tus pares? ¿Y el que te lee? ¿Es lo mismo?

-No lo sé, en general en el circuito literario en el que me muevo los vínculos son más de paridad que de admiración. Si compartís una cerveza con alguien me parece que el límite entre lector/escritor se borronea, sin contar que en las lecturas la gran mayoría de los asistentes también son escritores o escritores en potencia.

-¿Qué te angustia?

-Los momentos en los que el dinero no me corresponde con su amor.

-El mejor consejo que te dieron.

-No se me ocurre uno puntual, pero seguro está asociado al trabajo y a la constancia/////.


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JONÁS GÓMEZ

Nací en 1977, en Buenos Aires. Estudié dibujo y pintura, pasé por varios talleres de escritura y publiqué Equilibrio en las tablas (Mansalva, 2010 – Premio Indio Rico), El dios de los esquimales (Ediciones Diatriba, Santa Fe, 2011) y Planos para construir dos ciudades (Mancha de aceite, 2012). Participé en la antología Si Hamlet duda le daremos muerte (De la talita dorada, La plata, 2010) y del proyecto/emprendimiento Escrituras Indie, con la plaqueta No hubo un mejor tiempo que este.

Antes de fin de año edito Calendario de siembra, un libro que va a incluir cuatro poemarios y dibujos, con la editorial Barba de abejas. Y en algún momento saldrá El ciclo de los zorzales, a través de la editorial Capricho, que incluye textos míos y grabados de Delfina Estrada.



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