-La última mentira que dijiste.
-"Mañana te escribo”. Incluso te la dije a ti.
-¿Cómo llegás al momento de sentarte a
escribir? ¿Algún ritual u obsesión?
-Es algo insaciable. Puede ser a cualquier hora,
mejor de madrugada cuando todo hace silencio, incluyéndome. Al estar frente a
la compu… El alivio de haberme entregado. Anoto en libretas; una observación
inútil nunca es inútil: podría servir más adelante. Cuántas ideas sueltas se
han enmarañado luego con propiedad. Durante el tiempo que paso sin escribir siento
una deliciosa abstinencia en espera de ser rota, tampoco me la tomo tan en
serio. Hago otras cosas también.
-¿Golpes de inspiración o trabajo constante?
-Ambos, te diría, a destiempo. Hay que sentarse
con el deseo desnudo, involucrarse en todo sentido, como un enamoramiento que
pasa siempre por las mismas fases: vértigo, locura, placer, calma; vértigo,
locura, placer, calma, adioses.
-¿Durante ese proceso, imaginás un lector? ¿Es
alguien definido?
-¿Cómo definirlo? El otro siempre es un enigma.
Es maravilloso este enigma, desconocer. ¿Dónde está, qué está haciendo, qué lo
mueve? Ni idea. A la única lectora que imagino real es a mí. Si me conmueve lo
escrito, quizás a alguien más lo haga. Pienso en el lenguaje, en comunicar
entre tanta pregunta permaneciendo abierta.
-¿Qué otras actividades te inspiran?
Muchas cosas me ponen en estado de escritura: en
primer lugar: leer mucho. En medio de la lectura me dejo asaltar, me
entusiasman esos disparadores inesperados, su poder; el ciclo de escritura vuelve
a comenzar. Caminar también me pone en ese estado, entre relajada y alerta para
observar. Y escuchar: alguien está diciendo siempre algo con potencial… Igual a
todo uno llega tarde.
-¿Sentís que tu escritura evoluciona o se
modifica con el tiempo?
-De chica era una muy buena atleta. Quedaba
entre las primeras en cien primeros planos pero nunca primera aunque diera todo
de mí. ¿Qué velocista puede asumir la dolorosa rabia de no rebajar un segundo?
Un segundo en el deporte es una vida. Cuando escribes persistiendo, “fracasando
mejor” como diría Beckett, la escritura crece. La competencia es otra, es
contra otro tiempo, es contra lo que muere. Una epifanía interior. Comprendes que
van sumándose experiencias, libros, viajes, pérdidas, amores, y todo eso no
solo te está alimentando, te está nutriendo: la escritura se moldea solidificándose,
las obsesiones se vuelven más nítidas, también para uno. Al mismo tiempo, aceptas
que todo lo que tienes por decir no sabrás decirlo nunca. “Tablas”, como dicen
acá.
-¿Tenés alguna idea postergada por sentir que
te faltan herramientas?
-Cuando recién comenzaba a dedicarme a escribir,
entre los veintes y los treintas, me faltaba casi todo pero era muy atrevida. Ahora
puedo tener un poco más de técnica pero me falta atrevimiento. Espero encontrar
el balance, perderlo otra vez.
-¿Cómo es tu experiencia con los editores y el
proceso de publicación?
-Debí pagar para publicar mis dos primeros
libros de cuentos, una práctica extendida entre algunas editoriales
independientes en el Perú (necesitan dinero para comenzar, como toda empresa,
pero cuando ganan con tu libro incumplen con pagar regalías). Además aparece
este cuchillo: ¿pago y puedo publicar cualquier cosa? Aposté por un retorno
emocional: persisto confiando en que alguien querrá lo que yo. Estoy agradecida
con mis editores: con Borrador y Planeta en Perú, y con la editorial Criatura
de Uruguay. Acogieron cuentos y una novela brevísima. Somos buenos amigos. He
tenido suerte.
-¿Qué es un buen editor?
-Es un suicida con red: reconoce, potencia,
empodera. Es quien te acompaña en eso de fracasar mejor.... Tiene un tercer ojo
falible. Un buen editor habla a tiempo, se entromete, se desespera, cree y duda
contigo. También mira lo comercial pero no se queda mirándolo. Como ejemplo de
todo esto, te hablo desde lo que sé, las dos editoras que saltaron conmigo, Gracia
Angulo y Julia Ortiz.
-¿Cómo se escribe hoy? ¿Las redes sociales
modificaron la manera en que se piensa?
Escribir como la ganancia de lo íntimo es un oficio
artesanal. El barro es barro. Las redes sociales son otra cosa a las que nos
acostumbramos. Twitter para el microcuento; Facebook, un diario. Yo los veo
así. Lugares de encuentro y desencuentro. De ellos cada uno toma y devuelve lo
que puede y quiere. ¿Viste el proyecto “Biblioteca del futuro”? Se planean hoy cien
libros para 2114…
-¿Con qué criterios define la crítica cuáles autores
son importantes?
-Qué sé yo.
-El último libro que te haya sorprendido.
-Space Invaders de Nona Fernández. Los horrores innombrables de la
dictadura chilena siguen dándonos escritores capaces de mirar más allá del
“yo”. Este libro pequeño es brutal, coro de niños adultos –o adultos niños– frente
a recuerdos anuladores. Pese a ellos intentan crear.
-Un contemporáneo al que admires profundamente,
en secreto.
-“Mirar
la obra y no la biografía”, dice María Negroni. Sin saber que sabía eso me pasa
que no suelo admirar personas, gozo de lo que han creado... Obras de mi
generación que me resuenan con nombre propio: el trabajo de Marina Perezagua, Félix
Bruzzone, Alejandra Costamagna, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez... Una
lista abierta.
-Tu top five. Vale todo.
-Por ahora siguen siendo los mismos:
1. Poemas inéditos y poemas elegidos, de Cesare Pavese.
2. El guardián entre el centeno, de
J.D. Salinger.
3. Poesía completa, de José Watanabe.
4. Ante el dolor de los demás, de
Susan Sontag.
5. La trilogía de Auschwitz, de Primo
Levi.
-¿Cómo es tu relación con el dinero?
-Estamos en una “relación complicada”. Renuncié
a mi trabajo alimentario, querido y seguro en una oficina en Lima para estudiar
en Buenos Aires. Estoy viviendo de mis ahorros, frileo corrigiendo libros,
escribiendo notas. Busco ofertas 2x1, comparo precios. Siento que cada vez
necesito menos, me voy desaferrando. Después me preocuparé (me digo mintiéndome).
-¿Y con el tiempo? ¿Cuando se resigna para escribir, digamos, "profesionalmente"?
-Para escribir hay que proteger con el alma la soledad y el silencio; mandarlos al diablo,
salir, alimentar el mundo interior estando en la vida.
-Para escribir hay que proteger con el alma la soledad y el silencio; mandarlos al diablo,
salir, alimentar el mundo interior estando en la vida.
-¿Imaginás cómo te perciben tus pares? ¿Y el
que te lee? ¿Es lo mismo?
-Quisiera imaginarlos pero esa imagen, justo
por ser una imagen, un reflejo, se me escapa.
-¿Qué te angustia?
-Es la misma angustia que compartimos todos. La
angustia de la muerte. La combato viviendo.
-El mejor consejo que te dieron.
-Seguro fue mi madre; tiene que ver con la
respuesta de arriba: “El hambre viene comiendo”. Funciona siempre/////.
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KATYA ADAUI SICHERI
Nació en Lima en 1977. Es escritora y fotógrafa. Este año publicó Nunca sabré lo que entiendo con Planeta en Perú. En 2013 presentó el libro de relatos Algo se nos ha escapado con Criatura Editora en Uruguay y Argentina. En 2011 dicho libro fue publicado en Perú con Borrador Editores. En 2007 publicó Un accidente llamado familia con Matalamanga. Sus cuentos aparecen en Review Magazine (EE.U.U., 2013); Mi madre es un pez (Libros del Silencio, España, 2012); Más allá de la medida, I Premio internacional de microrrelatos del Museo de la Palabra (España, 2010); Asamblea Portátil, muestrario de nuevos narradores iberoamericanos (Casatomada, Perú, 2010), entre otros. Escribe el blog: www.casadeestrafalario.lamula.pe
PROYECTOS
Estoy estudiando la maestría en escritura
creativa de la UNTREF dirigida por María Negroni, metida en mi cuarto libro, el
tercero de cuentos.
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