–La última mentira que dijiste.
–Son dos cuadras cuando eran seis. Siempre miento sobre distancias a mis
hijos.
–¿Cómo llegás al momento de sentarte a escribir? ¿Algún ritual u obsesión?
–Escribo cuando puedo. Tengo dos hijos, uno de once años, un preadolescente
que tilda en todos los casilleros de lo que le toca y otro de siete al que no
le gusta nada hacer la tarea. Aparte trabajo ocho horas por día en una
inmobiliaria y está mi casa y mi marido. La escritura aparece cuando necesito
escaparme de todo eso pero también aparece cuando tengo ganas imparables de
contar algo. Escribir siempre es para mí una posibilidad de liberación.
–¿Golpes de inspiración o trabajo constante?
–Ambas. Golpes de inspiración y trabajo mental sobre esa inspiración. El tiempo
de escritura es muy escaso, solo cuando puedo. Suelen pasar muchos días,
incluso semanas sin que me siente a escribir.
–¿Durante ese proceso, imaginás un lector? ¿Es alguien definido?
–Nunca pienso en un lector. Escribo porque me divierte contar algunas
historias que se me ocurren y siempre que escribo siento que estoy haciendo
algo que me da libertad. No pienso en nada que me limite. Cuando corrijo por
ahí se me ocurre que eso no le va a gustar a nadie y ahí aparece el lector.
–¿Qué otras actividades te inspiran?
–Leer, escuchar música, mirar una película, estoy muy cinéfila últimamente. O
imágenes; algo que me conmueva y que quede en mi cabeza por varios días, eso
puede formar parte de algo que escriba. Lo que vivencio también es muy
importante y los sueños que tengo.
–¿Sentís que tu escritura evoluciona o se modifica con el tiempo?
–Siento más responsabilidad en la corrección, pero no sé si mis intenciones
de escribir mejor se ven.
–¿Tenés alguna idea postergada por sentir que te faltan herramientas?
–Tengo ideas postergadas por falta de tiempo. Si tuviera más tiempo para
escribir seguramente ahí me daría cuenta de que me faltan herramientas.
–¿Cómo es tu experiencia con los editores y el proceso de publicación?
–Excelente, trato de preguntar poco y todo me sorprende para bien. Tengo
muchos amigos que tienen editorial y sé que no es un trabajo fácil, lo valoro
mucho.
–¿Qué es un buen editor?
–Damián Ríos, Mariano Blatt, Paula Brecciaroli, Marcos Almada. Trabajé con
Mariano, Damián y Marcos y siempre sentí que hicieron todo para que el libro
salga lo mejor posible. Con Paula somos muy amigas y sé que hace lo posible y
lo imposible por los libros.
–¿Cómo se escribe hoy? ¿Las redes sociales modificaron la manera en que se
piensa?
–Si, es todo más vertiginoso, porque también se lee así y todo lo actual ha
adquirido una mayor preponderancia con las redes sociales.
–¿Con qué criterios define la crítica cuáles autores son importantes?
–No sé, me resulta sorprendente eso. Es muy difícil elegir porque hay muchas
personas que escriben muy bien. De todas formas pienso que es complicado creer
que la legitimación de un escritor viene desde la crítica; para mi viene desde
el lector.
–El último libro que te haya sorprendido.
– Una soledad demasiado ruidosa,
de Bohumil Hrabal.
–Un contemporáneo al que admires profundamente, en secreto.
–Mariana Enríquez, la admiro completamente: su literatura, sus notas y su
personalidad.
–Tu top five. Vale todo.
–Antología de cuento
extraño, de Rodolfo Walsh.
Cuentos completos, de Saer.
Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enríquez.
Hay gente que no sabe lo que hace, de Alejandra Zina.
El viento que arrasa, de Selva Almada; este libro lo volví a leer hace poco y de vuelta me voló
la cabeza.
–¿Cómo es tu relación con el dinero?
–No hay relación posible diría Lacán. Gasto lo que tengo, no tengo
posibilidad de ahorro. Igual me parece que andamos todo un poco en la misma.
–¿Y con el tiempo? ¿Cuánto se resigna para escribir, digamos,
“profesionalmente”?
–Eso es lo que quiero, poder resignar algo para poder escribir más tiempo,
por ahora no me pude organizar para hacerlo.
–¿Imaginás cómo te perciben tus pares? ¿Y el que te lee? ¿Es lo mismo?
–No me imagino como me perciben ni mis pares ni los que me leen, eso tendrían
que decirlo ellos, ¿no?
–¿Qué te angustia?
–La muerte, la locura, la miseria, la crueldad, la indiferencia.
–El mejor consejo que te dieron.
–Alrededor de mis quince años tuve una época en la que lloraba mucho, no me
acuerdo por qué, no debe haber sido tan importante, pero sí recuerdo que una vez
yo caminaba por afuera de casa y mientras caminaba las lágrimas caían por las
mejillas; mi viejo se acercó y me acompañó en el recorrido, no dijo nada,
tampoco preguntó, pero cada tanto acercaba su mano a mi cara y me secaba las
lágrimas/////.
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ACHELI PANZA
Nació en Misiones,
en 1974. En 2013 cuentos suyos fueron incluidos en la antología Relatos deliberados, de Textos intrusos.
En 2014 se publicó su primer libro de cuentos, Santoral, por Blatt&Ríos. En 2015 se publicó Camoatí en el marco del proyecto Leer es futuro del Ministerio de Cultura
de la Nación. Es Lic. en Psicología, vive y trabaja en Buenos Aires.
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