-La última mentira
que dijiste.
-Me duele la
cabeza. No, eso es mentira, no la uso nunca. No para el sexo, quizás para el
trabajo. Las mentiras se las dejo a mis personajes. Es una catarsis para ser un
poco más sincera en la vida. Creo que la última mentira fue decirle a alguien
que me gustó mucho algo que me gustó relativamente poco.
-¿Cómo llegás al
momento de sentarte a escribir? ¿Algún ritual u obsesión?
-Llego caminando y
me siento. Bueno, la verdad es que necesito silencio, pero no silencio absoluto
sino ausencia de música. La música me impide concentrarme. Pero al mismo tiempo
me acostumbré a escribir en intervalos en los cuales no tengo otra cosa qué
hacer. Escribo mucho en mi trabajo, entre clases con alumnos, con gente
entrando y saliendo para hacer preguntas geográficas, como “¿Dónde está el
baño?”. En mi casa, me acostumbré a escribir mientras mi hijo mira videos en
Youtube, con gritos de gamers enloquecidos de fondo.
-¿Golpes de
inspiración o trabajo constante?
-Intento el
trabajo constante, porque los golpes de inspiración son los que me arman la
historia completa en la cabeza, como un relámpago que me quema el coco. Después
viene el trabajo de rellenar los vacíos. Estar inspirada me sirve mucho para
las reescrituras.
-¿Durante ese
proceso, imaginás un lector? ¿Es alguien definido?
-No alguien
definido, no es que tengo una franja etaria o de raza, sexo, nacionalidad. Pero
sí pienso en la gente cercana, sobre todo en mi marido. No es una imagen de los
años 50 donde estoy con mi delantal de cocina, esperando que él lea mis
borradores con su pipa y sus pantuflas. Pero sí es muy importante su lectura y
sus consejos, aunque no los tome todos en cuenta. Como él es extranjero y tiene
ciertas limitaciones con el español, me ayudó a encontrar mi forma de contar,
mi voz desde el humor y un modo más sencillo de expresarme, menos pretensioso e
intelectualoide (que era un vicio que tenía en mis escritos previos). Y es
hombre, por lo cual encuentro en su mirada un buen termómetro para medir la
temperatura de mis personajes masculinos.
-¿Qué otras
actividades te inspiran?
-Leer y mirar
películas. Eso como lugares comunes. Pero la verdad… la pura verdad… las
mejores ideas se me ocurren mientras me baño o lavo los platos.
-¿Sentís que tu
escritura evoluciona o se modifica con el tiempo?
-La edad y las
experiencias de vida me cambiaron por completo. Ya no escribo desde la inocente
ambición de hacer la novela totalizadora que le vuele la cabeza al lector. Mi
ambición actual es que el lector pueda abrir el libro y encontrar un espacio de
puro placer, de diversión. Si en el proceso se despeina un poco, misión
cumplida. Sin embargo no es que mis novelas sean “light” o intrascendentes, son
amenas pero no son condescendientes. Hablan de conflictos y dolores profundos,
pero con humor e ironía.
También ahora soy
madre, viajé bastante y pude superar con terapia y tiempo muchas cosas complicadas
de mi infancia, así que ya la imaginación está más atada al universo de lo
posible y de los conflictos resueltos.
-¿Tenés alguna
idea postergada por sentir que te faltan herramientas?
-Hasta haber
ganado el Premio Equis y que mi libro fuera publicado, sentía que todas mis
ideas estaban postergadas por falta de herramientas. Las herramientas eran los
editores. Es muy difícil llegar a los editores siendo un escritor novel. Muchos
no se toman el trabajo de leer ni un adelanto o son muy específicos en lo que
están buscando. Espero ahora tener aunque sea un destornillador, porque la
puerta de la edición la pienso abrir aunque sea haciendo palanca hasta que
ceda.
-¿Cómo es tu
experiencia con los editores y el proceso de publicación?
-Mi experiencia
fue muy frustrante hasta que aparecieron los editores del Premio Equis. Ahí
pensé: “Así es como se debe tratar a una persona que le puso el alma a escribir
un libro”. Salvador Luis de Specimens Mag, Fernando Barrientos y su equipo de
Editorial El Cuervo de Bolivia y Pedro Medina León (y compañía) de Suburbano
(EEUU), me hicieron sentir como se supone que uno se debe sentir en una primera
vez (se aceptan analogías con la primera vez en el sexo), cuidada, querida y
acompañada.
-¿Qué es un buen
editor?
-Aquel que da una
oportunidad y es capaz de rechazar a un autor con cierta elegancia. El “no,
gracias” sin fundamentos es muy doloroso. Nos hace sentir como Van Gogh. No
todos los que escriben un libro tienen talento ni un buen material, pero creo
que todos merecen que, aunque sea un solo capítulo, sea leído. Le pasó a
Saramago cuando escribió su segunda novela, “Claraboya” (que es excelente) y a
nadie le interesó publicarla. Él pasó veinte años sin escribir. Ni hablar de
tantos otros casos, desde García Márquez hasta la autora de Harry Potter.
No pretendo que esto suene a
resentimiento, simplemente fueron frustraciones que me empujaron a seguir
participando.
-¿Cómo se escribe
hoy? ¿Las redes sociales modificaron la manera en que se piensa?
-Las redes
sociales sirven de sismógrafos. Cuando publicás te das cuenta cuánto le movés
el piso al otro. Aunque triunfan las fotos de gatitos y las placas de autoayuda
mal atribuidas y el vil plagio, aún puede separarse el oro del barro. Mi humor
en particular tiene mucho que ver con la escritura en las redes sociales y
algunos personajes no pueden escapar al estigma de vivir en ese interior
calentito pero medio incómodo que es internet. Todavía no sé cuál es el estilo
de escritura de la novela actual. Creo que depende de la realidad de cada uno.
En Argentina somos producto de los que nos dejó los años 90, pero como seres
humanos, somos más que nada producto de nuestras historias de vida y de los
relatos que más nos movilizan. Lloro como cerdo mirando películas, pero me seco
las lágrimas y prefiero vivir a carcajada limpia. En mi escritura, me siento
así. Si no logro encontrar un lugar desde el cual burlarme de las miserias, no
me siento cómoda.
-¿Con qué
criterios define la crítica cuáles autores son importantes?
-Creo, y no es que
tenga un análisis hecho al respecto, que hay muchos tipos de críticos. Están
los que miden rating, es decir, los que critican en base a éxito “comercial”
pero de cierta elite de escritores bien vistos, o “bien leídos”; están los que
se regodean con los escritores más snobs o de moda del momento y elogian cosas
que no comprendo, que no significa que no sea buena literatura, sólo que no me
identifica. Y están los críticos que, quizás porque no están pagos por nadie o
tienen mayor rigor profesional, no critican desde la mala leche sino desde las
convicciones. Respeto mucho el trabajo del crítico y sé que no es tarea fácil,
pero tampoco creo que una opinión sea absoluta.
Pero de todos modos, críticos somos
todos, no hay que tomar una mala o buena crítica como nada personal. Odio
ciertos libros, películas o cuadros que la gente considera obras maestras y me
enamoro de otras obras que quizás no estén tan “bien criticadas”. Cualquier
charla de café me daría la razón. El fútbol, la política, la religión y el arte
son, para mí, relatividades.
-El último libro
que te haya sorprendido.
-La Gansada de Roberto
Fontanarrosa y Diario de Golondrina de Amélie Nothomb.
-Un contemporáneo
al que admires profundamente, en secreto.
-Ninguno en
secreto. Me gustó muchísimo “Anatomía humana” de Carlos Chernov.
Sería secreto si
admirara a Coelho o a Arjona. Esas admiraciones no son una posibilidad en el
mundo conocido. La verdad es que no soy una gran admiradora de nada, a
excepción del café con leche.
-Tu top five. Vale
todo.
-Mi hijo y mi
marido
La comida
Leer en el subte
Los maratones de
películas y series
Dormir después del
sexo
-¿Cómo es tu
relación con el dinero?
-No conozco a ese
individuo. J
No me importa
demasiado el dinero. Me preocupa más llegar tranquila a fin de mes. Para mí
tener dinero es: “Esto lo puedo comprar, pero no me interesa”. Trabajo desde
los diecisiete años para mantenerme, así que nunca me pude sentar en una
reposera a contar billetes, porque el hecho de tener que comprar la reposera ya
era una merma considerable en mis ingresos.
-¿Y con el tiempo?
¿Cuánto se resigna para escribir, digamos, “profesionalmente”?
-En un mundo
ideal, no se resigna nada. Si tuviera que pasar ocho horas diarias sentada
escribiendo (como lo he hecho para trabajos de escritura free lance), sería la
mujer más feliz del mundo. Para mí no es un peso el hecho de ocupar mi tiempo
en escribir. Si lo fuera, sería oficinista o bancaria y trabajaría contenta mis
ocho horas para pasar el fin de semana en una quinta tomando sol.
-¿Imaginás cómo te
perciben tus pares? ¿Y el que te lee? ¿Es lo mismo?
-No creo que sea
lo mismo mis pares que el que me lee. No sé quiénes son mis pares, realmente.
Creo que estoy comenzando y tengo que ponerme a la altura de “mis pares”. Admiro
mucho a los autores que han logrado publicar, porque sé lo difícil que es y agradezco
aún más a cada desconocido que elige mi libro entre tantas otras opciones. Mi
novela “Lolas”, en un punto, es un placer culposo. Su tapa es polémica para que
la mayoría se atreva a sacar el libro en público. Pero es un riesgo controlado.
Hay quienes me llamarán tonta por ponerle ese título, porque no verán el bosque
tapado por un árbol. “Lolas” no es una novelita de descarte, tiene más
profundidad de la que parece a simple vista. Quizás, dentro de dos meses, pueda
responder esta pregunta con un poco más de certeza.
-¿Qué te angustia?
-Que este camino
se termine acá. Que no me vuelvan a publicar. Que se termine el amor. Que mi
hijo no sea feliz. Que el mundo se vaya definitivamente a la mierda. Quedarme
pelada.
-El mejor consejo
que te dieron.
-Seguí
participando. Siempre. No importa que no te lea nadie. Si Saramago tuvo que
esperar hasta los 63 años, aún te quedan treinta años más para lograrlo/////.
FLOR CANOSA
Nació en Buenos
Aires, Argentina, en octubre de 1978. Egresada de las carreras de Guión y
Montaje de la ENERC (Escuela Nacional de Cine y Artes Audiovisuales)
dependiente del INCAA, Flor se desempeña hace 12 años como Jefe de Trabajos
Prácticos en el sector audiovisual del CePIA (Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires) y no deja de tipear desde que atrapó su primera
máquina de escribir antigua, a los 6 años de edad. Trabajó como guionista para
varios proyectos de diversos canales de televisión de Argentina y Latinoamérica
y es la colaboradora autoral de la película independiente Daemonium. Lolas es
su primer libro publicado de tantos otros manuscritos que, de ser posible,
guardaría en un ático polvoriento, al modo antiguo. Afortunadamente todos están
en su computadora esperando por salir a la luz.
Actualmente tiene
terminada la novela “Combinaciones” y en proceso la novela “Autoayuda” y el
libro de Non Fiction “Este NO es un libro de autoayuda para separados”, en tono
de humor.
A mediados de noviembre
se realizará la presentación de su novela “Lolas”, ganadora del Premio Equis de
Novela Contemporánea 2015 en la librería Eterna Cadencia de Palermo (Buenos
Aires).
La novela ya está en
venta en Bolivia y, en formato Ebook a través de la página de http://books-marketplace.com/shop/editorial/suburbano-ediciones/lolas.html
Para contactarme, https://www.facebook.com/flor.canosa.1
o https://twitter.com/florcanosa
o florenciacanosa@gmail.com